Este consejo no es tanto fruto de la fe, cuanto de la sensatez y la prudencia.
Los momentos difíciles de la vida, no son
los más adecuados para adoptar decisiones transcendentales, en circunstancias
extrañas lo único sensato es adecuarse a
las mismas, lo que nos hace fuertes frente a los avatares a sortear.
Uno puede ser transigente y tolerante con
uno mismo y sin embargo mostrarse implacable en sus juicios y exigencias con
los demás.
Las personas somos dadas a juzgar y
descalificar a los demás al hacerlo nos
descalificamos a nosotros mismos.
Debemos por tanto ser prudentes y comedidos con nuestros actos y palabras, éstas últimas -mal empleadas- pueden echar a perder la vida de una
persona.
Las calumnias y difamaciones hacen un daño
terrible utilizadas por personas simples, sin escrúpulos o mal intencionadas. Antes
de juzgar, juzguémonos, solo
entonces podemos comenzar a corregir nuestros actos.
El estado de derecho es el garantismo, el
equilibrio, la respuesta firme y razonada, en suma, el cumplimiento de la ley,
según los principios básicos de la democracia. Perdería su esencia si llega a
interpretaciones contrarias a las reglas básicas del sistema. Algunos confunden
Estado
de Derecho con Derecho de Estado (José Antonio Martín Pallín, Magistrado emérito del Tribunal Supremo).
Con este panorama y con los tiempos que corren, debemos hacer caso a
lo que dijo San Ignacio de Loyola: “en tiempos de tribulación, NO hacer
mudanzas”. Debemos ser valientes y seguir adelante con el proyecto que,
junto a otras Asociaciones, estamos llevando a cabo.
Tenemos que ser conscientes de las
dificultades que hemos tenido que sortear a lo largo de estos 10 años y de las
que seguro vendrán.
Por tanto hay que seguir y continuar