lunes, 2 de noviembre de 2015

RECETARIO DEL OFICIO DE JUZGAR (Parte Final)

Código judicial o recetario del oficio de juzgar
 (Parte Final)

El juez, está obligado a medir cuanto dice y, en caso de duda, debe contar hasta diez antes de abrir la boca, darle a la pluma o a la tecla del ordenador.
En los autos y sentencias sobran los malos modales, las divagaciones o los malabarismos. Si el juez tiñe y destiñe las palabras a capricho o voluntad, tarde o temprano, sus torpes garabatos lo dejarán en cueros, lo cual también acaecerá si utiliza el papel de oficio para vaciar venenos o miasmas no menos insanas.
Quiero advertir que esta breviario de principios está dedicado a jueces y magistrados en activo como a los que se encuentren en servicios especiales, a los titulares como a los suplentes o sustitutos e incluso a los jubilados con rango de eméritos, especialmente a uno de estos muy significado últimamente y que aún, de forma inexplicable, pertenece a la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo.
Quien no sea capaz de funcionar acorde con la misión encomendada, ya que ésta es una unidad de conducta y expresión, debería buscar trabajo en otro lugar. Ni la traición a los postulados de la profesión, ni el disimulo, ni la mentira y mucho menos la conspiración, son supuestos o situaciones admisibles.
Me permito suponer que una justicia independiente, con unos jueces imparciales conduce a aumentar la fe de los ciudadanos en la Justicia., En España hay unos 4.000 jueces que son los que la hacen. Salvo otros funcionarios judiciales no menos dignos de ser tenidos en cuenta, nadie más – excepción hecha del Parlamento y de los ministerios e instituciones legalmente competentes--, entre los que incluyo, como primer intruso, al político de turno de escasos o nulos escrúpulos que tiene ni arte ni parte en el buen orden y concierto de los tribunales, como tampoco la tienen los fabricantes de credenciales de buenos y malos jueces, progresistas, conservadores, fachas u otras especies de la fauna y flora judicial.
Digo cuanto queda dicho de sus señorías con el ruego a los lectores de que se sirvan apreciar el mucho afecto—casi pasión—que siento y proclamo hacia la Justicia y sus oficiantes. Pero hay que vivir sin telarañas en los ojos y pensando que la Justicia es como una estrella fugaz de trayectoria incierta.
El juez no es más que el muro de las lamentaciones ante el que lloran a gritos o en silencio, los hombres que alimentan el clamor, a veces ensordecedor, por la Justicia.
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Hasta aquí el magnífico y brillante artículo  de Javier Gómez de Liaño, magistrado excedente y abogado, publicado en el Diario El Mundo el martes día 13 de abril de 2010.
No pretendemos dar lecciones a nadie; sin embargo, de  su lectura se desprende un juicio y  un sentido ético y moral al alcance de muy pocos, sobre todo –es una opinión-- de las personas encargadas en España de impartir Justicia.
Una pequeña reflexión que seguro ustedes van hacer  de  la intervención de Afinsa, nos  da la pista del tremendo déficit o nulo recetario del oficio de juzgar –dicho con el máximo respecto existente en nuestro país, una lástima.

Asociación Afectados de Afinsa